Bueno, esto es un trozo de una historia que empecé hace un tiempo, pero que abandoné porque sólo escribía trozos aislados que no tenían ningún sentido uno con otro. Ahora tengo la historia un poco más clara en mi cabeza y la mayoría de esos trozos probablemente no me acaben sirviendo para nada, pero estoy segura de que éste lo incluiré por varias razones, así que creo que merece ser subido, aunque deje la historia a medias o acabe sin subir nada de ella. bueno, supongo que debería explicar un poco la historia, pero sin intentar hacer(demasiado) spoiler, aunque todo el texto sea un spoiler enorme. Básicamente, Daka(Dakaria), Aiden y otro personaje son los protagonistas de la historia. Daka, Kovu, Aiden y Leo viajan a las montañas heladas y por el camino, el…transporte en el que viajaban cae y divide el grupo. Esto es lo que ocurre cuando Kovu y Daka se quedan solos. Aviso que probablemente cuelgue la historia, así que si te interesa lo más mínimo y no quieres que te la fastidien, no leas y espera.
ATENCIÓN. A PARTIR DE AQUÍ ES SPOILER
KOVU
Daka y yo llegamos a una cueva en medio de las montañas, relativamente resguardada, congelados y exahustos después de horas de andar entre la ventisca que casi se lleva nuestras vidas. ella no pierde el tiempo, en cuanto entramos, se pone a recoger ramas para formar una hoguera. se lo agradezco en el alma, ya que estoy tiritando. por suerte, la cueva debió de ser el hogar de algún animal que hizo allí su nido, ya que está lleno por todas partes de ramas secas y ennegrecidas que, para sorpresa de ambos, arden a la primera.
Nos colocamos alrededor de la hoguera, tiritando de frío. yo me envuelvo en mis alas y me concentro en Daka, en su pelo teñido de blanco por los copos de nieve, que se van derritiendo lentamente, dejándolo de nuevo de color azul eléctrico que tanto me llamó la atención la primera vez. recuerdo nuestro primer encuentro, cómo fui incapaz de dañarla con mi lanza y me estremezco, pensando una vez más en si realmente pasó por ser la elegida del dragón o…por otra cosa. su voz suena de repente y me devuelve al mundo real, a la cueva.
-La tormenta ha parado. Vamos- dice dirigiéndose a la entrada.
me quedo mirándola, alucinado.
-¿A dónde te crees que vas?-exclamo, poniéndome en pie.
-A encontrar a Aiden y Leo-me dice, mirándome como si fuera tonto- no puedo dejarlos allí afuera, ya hemos perdido mucho tiempo.
¡Es eso! me relajo y me vuelvo a tumbar entre las rocas, en actitud despreocupada.
-Preciosa, si están allí afuera, ya están muertos.
-¿Y qué pretendes? ¿Que los deje tirados? son mis amigos. además, si tú y yo hemos sobrevivido, ellos puede que también lo hayan hecho.
-Nosotros somos una protegida de una bestia milenaria y un demonio, ellos, en cambio…
-¡Ellos no son unos inútiles! pueden cuidarse solos.
Levanto una ceja-entonces, ¿por qué vas a buscarles?
me lanza una mirada que podría reducirme a cenizas y se lanza contra la apertura de la cueva, mientras masculla un “vete al infierno” entre dientes. rápidamente, la retengo por el brazo.
-¿A dónde te crees que vas?-ella se rebela tratando de liberarse de mí, pero me aferro a ella en un abrazo de oso.
-¡Déjame! tengo que encontrarles
me agacho hasta que mis labios rozan su oído y, no sin cierta satisfacción noto que se estremece cuando siente mi aliento.
-Me ordenaron protegerte-le susurro-está comenzando a nevar otra vez. si sales ahora morirás, ¿entiendes? y te necesitamos-te necesito pienso- hace días que no duermes. descansa un poco. yo vigilaré. te despertaré en cuanto amanezca, te lo prometo.
Ella se queda unos instantes en silencio, mirando la nieve que cae cada vez con más fuerza. no intenta soltarse y, después de una pausa, asiente con la cabeza.
-De acuerdo. suéltame.- lo hago y ella me da la espalda y se aleja unos pasos- pero como dejes que se apague el fuego no habrá dios que pueda protegerte.
Sonrío y me tumbo entre las rocas, mirando al techo. ella hace lo mismo, tratando de alejarse al máximo de mi, pero sin apartarse demasiado del fuego. al cabo de un rato, noto que está tiritando. ¡Qué tonto he sido! se me olvida que ella es una humana, que estamos en medio de las montañas y que apenas lleva ropa de abrigo. sólo una gabardina, un gorro de lana y unos mitones. debe de estar congelada. me tumbo junto a ella y la abrazo por detrás. ella suelta un respingo.
-¿Qué haces?
-Me interesa que no te mueras de congelación, ¿sabes?
Daka aprieta los dientes, pero se encoge más sobre sí misma y no dice nada. entonces hago lo que siempre he querido y la envuelvo entre mis alas, que tapan su cuerpo completamente.es increíblemente cómodo y, cuando noto que roza mis plumas con un dedo, cierro los ojos y sonrió.
-¿Kovu?- susurra
-¿Sí?
-Buenas noches
-Igualmente.
no hablamos más y, al rato, noto cómo su respiración se relaja y se hace más pausada. se ha quedado dormida. pasan los minutos y ella se remueve en sueños. también masculla algunas palabras y, en un momento dado, se da la vuelta y se pega más a mi. nos encontramos cara a cara, cada uno en un mundo. yo aquí y ella en el mundo de los sueños. hasta ahora no me he dado cuenta, quizás porque cada vez que me mira esta seria y enfurruñada, pero es preciosa. dormida todavía más. el cabello azul destaca con los ojos marrones, ahora cerrados y le enmarca el rostro, creando un efecto precioso. y está tan tranquila…parece una niña, como si todas las preocupaciones hubieran desaparecido. no puedo evitarlo, mi mano se encuentra con su cuello, en una caricia. ella no se da cuenta. sigue dormida mientras lenta, muy lentamente, leo su rostro con mis manos. repaso la forma de su cara, sus mejillas, sus pómulos. con cuidado de no despertarla, acaricio el pico de viuda que forma el pelo, la frente, el puente de su nariz. se remueve un poco cuando acaricio sus párpados, pero sigue dormida. me pierdo en sus labios, finos pero bonitos. suaves. de pronto, alzo la mirada y me encuentro con sus ojos. hago un amago de apartar la mano, pero ella me la coge. la mueve hasta su pecho y me la coloca cerca del corazón. puedo notar el latido de su corazón, tranquilo, pausado. como su respiración hace un minuto.
Ella alza su otra mano hacia mi rostro y ahora la posición ha cambiado. Es ella la que juega con mi pelo, la que acaricia mi rostro, mi barbilla, la que sonríe como una niña al notar la barba de varios días, que pincha. su mano es como un soplo de viento fresco, relajante mientras lee con sus manos mi cara, mientras desnuda mi alma. ¿Qué habrá sentido ella cuando era yo el que la acariciaba? no lo sé, pero tampoco me importa. empujo con suavidad su cuerpo con mis alas, tratando de no hacerle daño, para juntarnos más. nos miramos. su expresión seria ha desaparecido. ahora está tranquila, me sonríe, parece…¿feliz?
No puedo más. Le cojo el rostro con mis manos y nos besamos. no existe nada más que ella, su olor, su esencia. En la oscuridad de la noche, nuestros labios se juntan, nos desnudamos el uno al otro y ya no tenemos frío. Por unas horas no importa las dos personas desaparecidas en la nieve, no importa la misión, no importa la guerra. No hablamos. Sobran las palabras. Durante unos instantes maravillosos, sólo importa su pelo acariciándome la mejilla, su aliento pausado contra mí, su cabeza descansando en mi pecho. Su rostro dormido, mientras la arropo con mis alas. Ya no somos enemigos. Sólo somos dos criaturas echas de sombras que se han encontrado la una a la otra, y comprendo que esto iba a ocurrir desde la primera vez que vi su cara. El fuego, a nuestro lado, se ha apagado y unos minutos antes de dormirme, me pregunto, con una sonrisa en los labios, si se enfadará por ello. Tendré que esperar a que amanezca para saberlo.